TRANSLATION IN THE CONTEXT OF THE GLOBALIZED WORLD
21.11.2021
1. Al principio, era el verbo ... y su traducción
Desde las primeras agrupaciones humanas, desde el inicio de lo que hoy llamamos cultura humana, el hombre ha ido tejiendo su historia con palabras, y pronto se dio cuenta de la existencia de otros grupos con lenguas y hábitos diferentes a los suyos, lo que debió ser, de hecho, una experiencia asombrosa. De este asombro nos habla el poeta y traductor mexicano Octavio Paz en su ensayo "Lectura y Contemplación":
Todas las sociedades, tarde o temprano, descubren que hay otros grupos que hablan un lenguaje distinto al suyo. Advertir que, para otros hombres, los sonidos que nos sirven para designar a esto o aquello - pan, cielo, demonios, árboles - nombran a otros objetos o no designan nada y sonero mero ruido, debe haber sido una experiencia sobrecogedora. (1984:7)
La perplejidad resultante de este descubrimiento -que aún hoy nos afecta cuando nos encontramos con diferencias lingüístico-culturales inesperadas- nos lleva a pensar que la necesidad de comunicación entre grupos, tribus y pueblos, posibilitada por la interpretación y, más tarde, por la traducción escrita, convierte a estas dos actividades en las grandes precursoras del movimiento de globalización, entendido aquí en el sentido de integración de las culturas que conforman la diversidad del mundo y de las perspectivas sobre este mundo. Entendida así, la traducción siempre ha estado al servicio de la globalización, es decir, de la reducción de las distancias, del intercambio entre comunidades, del acercamiento de los pueblos, de la creación y mantenimiento de una red que, inicialmente local y regional, se fue intensificando hasta convertirse en la red lingüística que hoy conecta nuestra aldea global.
El papel de la palabra escrita y de la traducción en la historia de la humanidad ha sido el de aportar noticias, descubrimientos, hallazgos y reflexiones sobre las diversas formas de concebir al Hombre y sus relaciones en la sociedad, contribuyendo así a ampliar el acervo de la humanidad en diversos campos, desde la cocina hasta las decisiones militares, pasando por la difusión de conocimientos técnicos y científicos, manifestaciones artísticas, doctrinas religiosas, teorías y prácticas políticas, económicas y filosóficas. En su libro "Translators in History" (1995, traducido por Sérgio Bath, 1998), Delisle y Woodsworth analizan la labor de los traductores a lo largo de los siglos y su impacto en la vida intelectual y la evolución del pensamiento. Los autores recorren la trayectoria de los traductores, reconstruyendo la historia de la traducción a partir de las personalidades que han dejado su huella en la profesión, ya sea "inventando alfabetos, enriqueciendo lenguas, estimulando la aparición de literaturas nacionales, difundiendo conocimientos" (1998: 11) o elaborando valiosos diccionarios. Los nueve temas que componen la obra muestran que el traductor es a menudo el agente de profundos cambios sociales e ideológicos. El libro, por tanto, da un merecido protagonismo a la función social del traductor y contribuye significativamente a los Estudios de Traducción.
2. El escenario actual: nuevas conjugaciones
Si el traductor, de hecho, desde el siglo XVIII a.C. (cuando se tradujeron textos sumerios al acadio, según Yebra, 1989, apud Albir, 2001:100), ha ayudado en la tarea de facilitar y estimular la intercomunicación, ¿cuál es su papel e importancia hoy, en el mundo globalizado?
En los últimos 40 años, asistimos a un creciente interés por el área en diversas partes del mundo y en Brasil, que se ha consolidado con el aumento de los cursos universitarios, de especialización y de posgrado, el desarrollo de las investigaciones y la difusión de sus resultados en congresos y publicaciones, la renovación de conceptos y supuestos, y la ampliación de las subáreas para incluir nuevas perspectivas, avances y temas. Para entender el perfil del traductor contemporáneo en el contexto de la globalización, es necesario examinar los cambios que se están produciendo en las formas y funciones del trabajo de traducción.
El concepto de globalización se refiere, fundamentalmente, a un fenómeno político-económico mundial. Se refiere, en su forma más básica, al comercio de productos y servicios a mercados distantes, es decir, a la expansión de los mercados de consumo por medio de la tecnología de la comunicación, lo que implica una mayor producción y distribución de bienes y textos. Esto implica que, a la hora de producir un determinado artículo, el país o localidad productora contemple como parte integrante del proceso una etapa de extranjerización o traducción de los documentos, folletos, embalajes, prospectos, manuales, que acompañan al producto para que pueda llegar al consumidor extranjero. En este contexto, la traducción es una herramienta de distribución (en palabras de Pym, 2003) en la medida en que posibilita la comercialización y las ventas, ganando un lugar anticipado en las estrategias de comercialización de mercancías. El proceso de traducción, que se apoya en la comunicación electrónica, no sólo es más ágil, sino también menos costoso en términos de tiempo empleado y transporte de la información. Además, hoy en día hay una gran necesidad de comunicación y traducción, no sólo porque es más fácil interactuar, sino también porque hay más socios y más desarrollo en todas las áreas del conocimiento, y una mayor difusión de ideas, productos y servicios resultantes de la investigación.
¿Cómo influye o afecta esta nueva configuración de las relaciones comerciales, aliada a la comunicación electrónica, al trabajo del traductor e incluso a su perfil profesional? Me propongo reflexionar sobre algunos cambios en el perfil del traductor profesional tomando como punto de partida los textos de Anthony Pym ("Globalization and the Politics of Translation Studies", 2003), Edwin Gentzler ("Translation and Technology: Bridging the Gaps", 2003) y el libro Conversations with Translators (2003), del que utilizaré las afirmaciones dirigidas específicamente al tema de la globalización.
En comparación con el traductor de hace unas décadas, de la época "preglobalización", el traductor de hoy debe tener, además de un sólido conocimiento de las dos lenguas y "mucha cultura" (el llamado "conocimiento general"), un sólido conocimiento de las lenguas, combinado con sensibilidad a las diferencias culturales y a las variaciones regionales y locales. Hoy en día, se tiene mayor conciencia del carácter textual e interpretativo de la traducción, cuya función es transformar el acto comunicativo expresado en la lengua de origen en un acto comunicativo en la lengua de destino, teniendo en cuenta la finalidad y el lector de la traducción. A raíz de esta toma de conciencia, los criterios rectores de la traducción han pasado a hacer hincapié en la función y la recepción, tal y como propugna la línea pragmática representada por la teoría de Skopos, desarrollada en Alemania a principios de los años ochenta. Si antes el traductor buscaba conocimientos generales y utilizaba el texto de origen como referencia, ahora debe prestar especial atención al macrocontexto que lo generó y a la situación comunicativa concreta en la que se va a insertar el texto traducido. Ante estas exigencias, es importante conocer las configuraciones lingüístico-culturales del ámbito de la traducción, ya sea jurídico, financiero, técnico, médico, artístico, informático, etc. Por ello, el traductor debe tener conocimiento de las variantes lingüísticas y culturales, y es deseable que tenga formación en traducción, con práctica en áreas específicas.
En cuanto a la dinámica de trabajo, si antes traducía prácticamente solo, con la ayuda de diccionarios, gramáticas, enciclopedias y obras traducidas, y disponía de pocos documentos para su investigación, hoy el traductor integra equipos, a menudo internacionales, y trabaja para múltiples clientes, lo que implica gestionar las relaciones y los plazos de forma totalmente nueva. Para hacer frente a estos retos, disponen de muchos más recursos, ya que, además de los existentes, tienen acceso a diccionarios y glosarios en línea, bases de datos terminológicas y fraseológicas, innumerables sitios web -incluido el del cliente-, una red de consultores en grupos de discusión y el contacto con especialistas. El traductor tiene más fuentes de las que buscar información, lo que no significa que tenga menos trabajo ni que su proceso de toma de decisiones sea más sencillo, ni que su responsabilidad sea compartida con sus informantes. Por el contrario, tiene que evaluar la información, leer mucho y ser muy prudente, dado el volumen de datos de que dispone. Además, debe ser consciente de la "vida útil efímera de la información proporcionada" (Alfarano, 2003: 38) y ser consciente de la transformación de los discursos, que siguen el ritmo de los descubrimientos y la investigación en diversos campos. El traductor también debe encargarse de la revisión ortográfica y gramatical del texto traducido.
Otro cambio notable en la actividad del traductor se refiere a la forma de entregar la traducción al cliente. Si antes el traductor entregaba la traducción mecanografiada o en un ordenador, personalmente o por correo, aunque siga utilizando estos métodos de entrega, hoy el traductor debe estar preparado para recibir y enviar correos electrónicos y archivos adjuntos y entregar el proyecto en disquete. Para ello, debe disponer de tecnología actualizada, estar equipado con ordenadores con capacidades de almacenamiento de datos, procesamiento de textos y edición de imágenes compatibles con sus necesidades laborales, actualizar constantemente su software antivirus, tener acceso a redes de Internet de banda ancha y adquirir varios paquetes de programas, escáneres, máquinas de fax y otros periféricos. Esto supone una buena inversión económica y requiere que los traductores desarrollen una serie de habilidades para enfrentarse a las nuevas herramientas y tareas, lo que convierte al ordenador en un elemento vital en el trabajo de traducción. También implica dominar el uso de los procesadores de texto, los tipos de archivo, los lenguajes de Internet y las técnicas de formato y diagramación, incluidos los tipos de letra, los gráficos y las tablas, entre otros. Estas habilidades para lidiar con las nuevas tecnologías forman parte del perfil del traductor contemporáneo, como expresa claramente Gentzler:
Los conocimientos que se exigen a los traductores han cambiado drásticamente en los últimos años; lo que antes era principalmente una actividad lingüística se ha convertido en una práctica compleja que requiere conocimientos avanzados de idiomas e informática. (2003: 413)
Si, por un lado, estas herramientas tecnológicas permiten a los traductores una mayor agilidad en relación con los plazos casi innegociables, por otro, imponen a los profesionales un régimen de actividades muy intenso. Claudia Berliner, psicoanalista y traductora, señala la tensión entre productividad y calidad:
Nuestra posmodernidad globalizada se manifiesta también en un tiempo más vertiginoso, en una semana sin días de descanso, en una presión por la productividad contra la que hay que luchar para no perder en calidad. (2003: 76)
En el escenario de la posglobalización -término apropiado si tenemos en cuenta que estamos viviendo un momento de reflexión sobre los efectos de la globalización en los procesos de comunicación intercultural impulsados por la expansión de las relaciones comerciales- hay un nuevo ámbito de actividad en el mercado que está en auge: la traducción o localización de software. Dada la expansión de este segmento, y teniendo en cuenta que se ha escrito poco sobre él, creemos que es necesario examinar esta modalidad de traducción con más detalle.
En primer lugar, la traducción de software consiste en traducir los manuales con instrucciones, el sistema de ayuda, los mensajes y el propio software. Con frecuencia, trabajamos con proyectos multilingües, es decir, la traducción se realiza a varios idiomas y sus variantes. Esta realidad aporta un hecho nuevo a los Estudios de Traducción, a los que A. Pym lo llama "proyectos de uno a muchos" (2003): la relación se convierte en una entre un texto de origen y muchos textos de destino, lo que aporta nuevos temas de investigación a la teoría de la traducción (como las diferencias políticas y culturales entre las lenguas). La traducción de software se llama localización porque debe adaptarse al entorno cultural del público consumidor. Aunque la traducción siempre ha implicado una adaptación a cierto nivel, en el contexto de la localización, el concepto adquiere un carácter "técnico", sin las asociaciones habituales que se atribuyen al término (como "distorsión", "subjetividad", "falta de fidelidad", etc.)
Este segmento creciente, que, según LISA (Localization Industry Standards Association), genera entre 5 y 18 millones de dólares al año (C. Arrojo, 2003: 319), ha aportado al traductor una serie de nuevas posibilidades y exigencias. Al recibir un proyecto, la oficina lo remite al traductor principal o al coordinador (gestor de proyectos), que debe gestionarlo. Sus tareas son las siguientes: a) analizar el proyecto teniendo en cuenta el área o el tema, el formato y la presentación del texto, la necesidad del cliente (plazo de entrega), el volumen de trabajo para el plazo estipulado, el número de traductores necesarios y de especialistas, y el cálculo del presupuesto, teniendo en cuenta todos los gastos que conlleva; b) distribuir la traducción entre los profesionales que trabajan en el equipo, generalmente utilizando memorias de traducción (Transit, SDLX, Trados, Deja Vu) para agilizar el trabajo, normalizar los términos, alimentar los glosarios y mantener la coherencia terminológica y la calidad lingüística; c) revisar la traducción teniendo en cuenta la coherencia terminológica, la revisión ortográfica, gramatical y estilística con respecto al texto de origen; d) tras la revisión, realizar la maquetación y el formateo y, en el caso de la traducción de software, enviarla al equipo de localización, dentro o fuera de la agencia/empresa, para que los programadores e ingenieros se encarguen de insertar la información en las pantallas o ventanas de la interfaz de usuario. El jefe de proyecto también se encarga de la entrega de las traducciones, la recepción de los honorarios, el pago al equipo y el servicio "postventa", es decir, la respuesta del cliente en cuanto a correcciones, así como el contacto para futuros trabajos. El traductor que trabaja en este mercado puede ser el coordinador del proyecto (en cuyo caso necesita desarrollar habilidades directivas como organizar y supervisar el trabajo en equipo, tener una comunicación clara con las distintas partes, saber negociar, saber dividir las tareas y gestionar los aspectos presupuestarios), o puede ser el traductor de un equipo, y para ello necesita estar familiarizado con la tecnología de las memorias de traducción; puede trabajar en la normalización y gestión de glosarios, en la actualización de bancos, ser el revisor de uno o varios idiomas, o incluso el redactor de las hojas de estilo de la empresa.
Aunque este campo de actividad abre nuevas perspectivas para los traductores, requiere una mirada crítica por parte del estudiante. Por un lado, todas las traducciones e investigaciones realizadas para el cliente quedan registradas en la empresa y pasan a ser de su propiedad; por otro, el traductor tiene acceso al trabajo de otros traductores y a los glosarios almacenados en la base de datos de la empresa.
Otro punto importante es que las memorias son caras y las versiones que se pueden descargar de Internet no permiten importar y exportar el formato, lo que hace que el traductor dependa de la agencia. Sin acceso al texto fuente en su totalidad o en el formato original, el traductor trabaja con dos ventanas llenas de signos, lo que dificulta tener una visión clara de cómo se articulan las distintas partes para formar el texto; los segmentos pretraducidos hacen que el cursor avance automáticamente al siguiente segmento a traducir, lo que hace que la lectura del texto sea fragmentada. Además, lo que se traduce de antemano generalmente no se paga. En cuanto a la concordancia difusa (equivalencia aproximada), aunque es un recurso interesante, no es muy fiable y, según la investigación de E. Ross, el traductor dedica 1/3 del tiempo a revisar las traducciones registradas en el Fuzzy Index (2003: 467), es decir, la ventaja de tiempo es relativa.
3. Traducción: verbo de enlace
El uso de programas y memorias por parte de la industria de la localización tiene como objetivo la productividad, que se beneficia de la "coherencia terminológica" y del uso controlado del lenguaje. Esta estandarización de términos, sin embargo, es una tendencia que se percibe no sólo en este ámbito, sino en muchos otros, como es el caso, por ejemplo, de la traducción de textos de economía, tal y como señala Alfredo B. Pinheiro de Lemos:
La globalización impone términos cada vez más universales, que el traductor debe aceptar. En economía, por ejemplo, las ecuaciones se suelen escribir en inglés (M de dinero, L de trabajo, etc.). Es inevitable, para que la gente pueda entenderlos en libros o artículos en cualquier idioma. (2003: 127)
La normalización terminológica favorece la difusión de la información y las tecnologías, lo que conlleva una uniformidad también en los valores y bienes culturales. Si, por un lado, amplía el conocimiento de las culturas extranjeras y fomenta el intercambio de la producción científica, por otro, corre el riesgo de trivializar las diferencias o enmascararlas mediante un lenguaje "común", vaciado de metáforas peculiares y empobrecido de idiosincrasias.
Esta breve reflexión sobre los efectos de la llamada "globalización" en el trabajo del traductor nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que varios aspectos de la tarea de traducción han cambiado efectivamente debido a las innovaciones en las herramientas informáticas y en la dinámica mundial de las relaciones de mercado. Esto no significa que haya cambiado el núcleo de la actividad del traductor, que implica la lectura, la investigación, la preparación de glosarios, la reescritura, la revisión y más investigación, la preparación del texto "final", la negociación con el cliente sobre los plazos y los honorarios, y la gestión del proyecto. Hoy en día, algunas etapas del proceso se han vuelto más sofisticadas y complejas, que varían según el área de traducción. También hay nuevas posibilidades que generan nuevas colaboraciones, además de las mencionadas anteriormente: con el profesional del marketing, por ejemplo, el traductor puede actuar como consultor cultural, y con el lingüista, como terminólogo en la investigación y traducción de términos técnicos.
Estamos viviendo un vigoroso momento de reconfiguración en la forma de concebir muchas profesiones, con consecuencias claramente beneficiosas o potencialmente sombrías. Lo cierto es que el perfil del traductor está en plena transformación y nos corresponde estar atentos a los nuevos rumbos y sus desdoblamientos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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